lunes, 12 de noviembre de 2012

Danza de dragones

Lo acabé ayer. Me pasé todo el día leyéndolo, con un ansia voraz. Sufrí como un condenado al pasar mis ojos sobre las líneas que relataban los avatares de la historia. Grité de rabia cuando pasaron cosas que no voy a mencionar, para no hacer spoiler, y lo acabé.


Adoro las novelas de George R. R, pero a él le odio. No, no le odio de verdad, pero es una perra. Te pone la miel en los labios y luego te la aparta (irónico, ya que detesto la miel). Lo mismo que hace en cada capítulo, pero haciéndolo además con el libro entero. Esta entrega, como es habitual, tiene un desarrollo lento y paulatino, hasta llegar a más o menos el último cuarto, momento en que leer pasa de ser un leve sufrimiento a ser una tortura agónica a causa de los nervios. La situación se pone al rojo, y devoras y devoras líneas, a veces saltándote palabras o líneas enteras, en descripciones sin importancia, buscando desesperadamente avanzar más en la trama para ver qué es lo que sucede con los personajes por los que sientes simpatía o al menos no sientes enemistad. Aunque conoces de sobra a Martin, cruzas con esperanza los dedos, deseando que todo salga bien... Bueno. Algunas cosas salen bien, otras salen mal... pero lo peor es que muchas cosas no llegan a salir. Importantes acontecimientos no suceden, y algunos otros que seguramente hayan sucedido esperan al libro siguiente para comunicar cuál ha sido su desenlace... un volumen que tardará años en llegar, y que es motivo de la posterior frustración y miedo del lector, que piensa que George es un hombre viejo, que quizás no llegue al séptimo libro... y ahí rezas para que dure, o para que tenga todo el esquema escrito y guardado en una caja fuerte, por si acaso. Y mientras tanto, a morderse las uñas con la impaciencia y la incertidumbre.

1 comentario:

Fénix dijo...
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