Del grupo ficticio Pentakill:
viernes, 28 de noviembre de 2014
sábado, 8 de noviembre de 2014
Lágrimas
Lucha contigo, lucha contigo,
implacablemente ganando la batalla
esta pequeña gota de cristal
que a fuerza de dolores por tu corazón te desgarra.
Cuando ya has extendido la bandera blanca,
pañuelo de tus desdichas,
implacablemente ganando la batalla
esta pequeña gota de cristal
que a fuerza de dolores por tu corazón te desgarra.
Cuando ya has extendido la bandera blanca,
pañuelo de tus desdichas,
sábado, 25 de octubre de 2014
Mañana
Me desperté sin las gallinas
en un día tan excepcional como otro cualquiera.
Experimenté el sabor de la mañana
en una mandarina fría
que no parecía querer dar su brazo a torcer.
Presa de mi habitual decisión
en un día tan excepcional como otro cualquiera.
Experimenté el sabor de la mañana
en una mandarina fría
que no parecía querer dar su brazo a torcer.
Presa de mi habitual decisión
lunes, 20 de octubre de 2014
De título evidente
Es una extraña tristeza.
No es de ésas de ir arrastrándose por los rincones,
alimentándose de las lágrimas,
ni de ésas de no dormir,
atormentado por la insolidaridad de la noche.
No es de ésas de no respirar,
No es de ésas de ir arrastrándose por los rincones,
alimentándose de las lágrimas,
ni de ésas de no dormir,
atormentado por la insolidaridad de la noche.
No es de ésas de no respirar,
domingo, 15 de junio de 2014
Celos
Su color es el verde,
fantasmal, pálido y feo,
pútrido, hinchado,
de dedos muertos nauseabundos,
de garras rotas, de sonrisas quebradas,
se arrastran entre los cadáveres que dejaste atrás de ti mismo,
fantasmal, pálido y feo,
pútrido, hinchado,
de dedos muertos nauseabundos,
de garras rotas, de sonrisas quebradas,
se arrastran entre los cadáveres que dejaste atrás de ti mismo,
martes, 6 de mayo de 2014
El pájaro
Un pájaro en rama posó,
picando aquí y allá, sin prisa.
Miró de reojo, como buscando algo,
pero ni abrió pico ni dijo palabra.
Pareció que nada quería,
pero allí siguió, como esperando.
El hombre se acercó,
dijo, "Mal presagio",
se le torció el gesto.
El pájaro no dijo nada.
Miró el hombre alrededor.
Algo le inquietaba.
picando aquí y allá, sin prisa.
Miró de reojo, como buscando algo,
pero ni abrió pico ni dijo palabra.
Pareció que nada quería,
pero allí siguió, como esperando.
El hombre se acercó,
dijo, "Mal presagio",
se le torció el gesto.
El pájaro no dijo nada.
Miró el hombre alrededor.
Algo le inquietaba.
sábado, 3 de mayo de 2014
¡¡¡Hola, mundo!!! ¡¡¡Responde!!!
Pero el mundo no respondió. Se quedó allí, en silencio, con el
rostro velado, ocultando una sonrisa. O guardando, veleidoso, su
titánica indiferencia. El joven tronó, nuevamente, suplicante como un
rayo. Pero de nada le sirvió su voz potente, bramido iracundo del océano
elevado al cielo. La respuesta del universo no fue menos contundente.
Mas su respuesta no llegó como rugido celeste descendiendo de las nubes. Fue como un silencio ominoso. Profundo. Vasto como una montaña.
El joven continuó allí. Al pie de las estrellas, clamando a los vientos por una respuesta.
El joven lloró. Sus lágrimas fueron la simiente de la lluvia. Las gotas
de su tristeza cubrieron el mundo en un abrazo amargo. La nieve pálida
cubrió los sueños de los hombres. La desesperanza germinó con un tronco
preñado de dolor. Retorcido y doblegado, como un abrojo marchito, fue
rejuveneciendiendo a medida que aumentaba la oscuridad en el mundo.
Hasta los dioses temieron, contemplando horrorizados desde sus lechos
etéreos. Gimieron las tierras. Gritaron los ríos. Un fuego frío prendió
como un alud. Pero todo fue en vano. Nada conmovió la odiosa
inamovilidad del mundo cruel. Extendió su risa callada cual manto
agónico, ahogando gargantas que no pudieron llorar.
El joven continuó llamando a las puertas del cosmos, dando aldabonazos entre alaridos de tormenta. Ardía en llanto. Soplaban los vientos. Retumbaron en el aire los golpes cual campanadas pétreas. Uno tras otro, no cejaron de engendrarse hasta el infinito en el vacío huracán. Pero todo fue inútil. Ningún portero vino a recibirle. Nadie pareció prestar atención a su solitaria desgracia. Nadie. Por la eternidad esperó, allí solo. Y nadie respondió a su plegaria.
Nadie.
El joven continuó llamando a las puertas del cosmos, dando aldabonazos entre alaridos de tormenta. Ardía en llanto. Soplaban los vientos. Retumbaron en el aire los golpes cual campanadas pétreas. Uno tras otro, no cejaron de engendrarse hasta el infinito en el vacío huracán. Pero todo fue inútil. Ningún portero vino a recibirle. Nadie pareció prestar atención a su solitaria desgracia. Nadie. Por la eternidad esperó, allí solo. Y nadie respondió a su plegaria.
Nadie.
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