martes, 6 de mayo de 2014

El pájaro

Un pájaro en rama posó,
picando aquí y allá, sin prisa.
Miró de reojo, como buscando algo,
pero ni abrió pico ni dijo palabra.
Pareció que nada quería,
pero allí siguió, como esperando.
El hombre se acercó,
dijo, "Mal presagio",
se le torció el gesto.
El pájaro no dijo nada.
Miró el hombre alrededor.
Algo le inquietaba.

sábado, 3 de mayo de 2014

¡¡¡Hola, mundo!!! ¡¡¡Responde!!!

Pero el mundo no respondió. Se quedó allí, en silencio, con el rostro velado, ocultando una sonrisa. O guardando, veleidoso, su titánica indiferencia. El joven tronó, nuevamente, suplicante como un rayo. Pero de nada le sirvió su voz potente, bramido iracundo del océano elevado al cielo. La respuesta del universo no fue menos contundente. Mas su respuesta no llegó como rugido celeste descendiendo de las nubes. Fue como un silencio ominoso. Profundo. Vasto como una montaña.

El joven continuó allí. Al pie de las estrellas, clamando a los vientos por una respuesta.

El joven lloró. Sus lágrimas fueron la simiente de la lluvia. Las gotas de su tristeza cubrieron el mundo en un abrazo amargo. La nieve pálida cubrió los sueños de los hombres. La desesperanza germinó con un tronco preñado de dolor. Retorcido y doblegado, como un abrojo marchito, fue rejuveneciendiendo a medida que aumentaba la oscuridad en el mundo. Hasta los dioses temieron, contemplando horrorizados desde sus lechos etéreos. Gimieron las tierras. Gritaron los ríos. Un fuego frío prendió como un alud. Pero todo fue en vano. Nada conmovió la odiosa inamovilidad del mundo cruel. Extendió su risa callada cual manto agónico, ahogando gargantas que no pudieron llorar.

El joven continuó llamando a las puertas del cosmos, dando aldabonazos entre alaridos de tormenta. Ardía en llanto. Soplaban los vientos. Retumbaron en el aire los golpes cual campanadas pétreas. Uno tras otro, no cejaron de engendrarse hasta el infinito en el vacío huracán. Pero todo fue inútil. Ningún portero vino a recibirle. Nadie pareció prestar atención a su solitaria desgracia. Nadie. Por la eternidad esperó, allí solo. Y nadie respondió a su plegaria.

Nadie.