sábado, 14 de septiembre de 2013

Poema de dos finales

Qué tranquilidad se respira fuera...
Aquí, la calma se extiende hasta el infinito.
Las ondas plácidas de la suave arena mueren dulcemente
contra la orilla del mar.
Dedos de luz naranja colorean el horizonte
y arden como chispas pequeñas en el agua.
A lo lejos, titilan estrellas,
en ese reino lejano donde las estrellas
son las vidas de personas,
y casi puedes sentir que las tocas
al acercar la mano.
Los rótulos de neón cansado parpadean un último instante
antes de sumirse, obedientes, en el ciclo de la vida
que les lleva hacia la muerte.
Antes de eso alumbrarán aún un poquito esta noche.
Mientras los árboles, allí, apartados,
duermen el sueño de los bosques,
inquietos en ocasiones por el murmullo de los hombres,
Un  coche solitario prende las luces para aparcar antes de subir hacia su casa,
y su dueño contempla, por un instante fugaz que se hace eterno en el silencio,
la dulce barca que se desliza sobre el fuego, sin sonido,
antes de que el manto caiga
y la luna, acariciante,
nos susurre a todos, al oído,
buenas noches.

Y yo aquí, desde mis nubes,
contemplando desde mis versos,
cómo cae,
poco a poco,
ese silencio.


Foto tomada desde la terraza de mi casa. ¿A que es preciosa la vista? Agradezco a mi madre dejarme su móvil para conectar mi ordenador a Internet =D
  

8 comentarios:

Unknown dijo...

Jo, tío qué vistas, no me extraña que esta imagen te inspire estos versos, que transmiten muy bien la sensación del silencio, cuando uno se siente enajenado de todo y uno con el Universo... como si todo quedase distante y lejano...

buen poema,
un abrazo

mónica pía dijo...

muy buena vista... sobre todo desde tus "nubes"...!

abrazo,

Amando García Nuño dijo...

Siempre se ha dicho que quienes vivís junto al mar, jugáis con ventaja en esto de la poesía, ya sospechaba que eras un tramposo.
Abrazos, da gusto volverte a ver.

Daniel Cebolla González dijo...

Querido compañero, Un poema magnífico.. si de algo son capaces los poetas es de transformar en palabras la belleza de lo que nos rodea, embelleciéndolo más si cabe con las luces y sombras del alma.
Espero que te vaya muy bien y también espero tener pronto noticias tuyas.
Salud!

LBH dijo...

Vaya, que retorno tan elegante. Me he sentido por un instante en el infinito mundo de la calma, donde parece flotar la vida en pequeños momentos de paz. He respirado mar y atardecer y soledad, pero sobre todo envidia (sana creo) de tu casa con vistas a la inmensidad. Un abrazo.

Bastida dijo...

Ya hacía mucho que no me pasaba por aquí y la verdad es que me has sorprendido.

Me gusta más como prosa que como poesía, pero igualmente he disfrutado leyendo.

Un saludeteee madrileñoo!

Helen Ferreira dijo...

Que saudade que eu estava daqui, para de sumir, menino.

<3

Ricardo Lamelas Frías dijo...

Fénix, siento lo de tu abuela, que llegará aún en el tiempo de tu blog, pero que ya ha llegado en el del mío. Ánimo. Me ha gustado este poema (la magnífica ría, qué decir); magnífico final. Un fuerte abrazo