viernes, 3 de noviembre de 2017

Salgo al exterior y todo tiene el color gris y azulado de la lluvia. Sobre mí y en la cercanía hay un manto oscuro, pero a lo lejos las nubes son tan blancas que parecen acuarelas pintadas sobre la realidad. Blancura de algodón, como sábanas recién lavadas, secándose a la humedad de esta brisa. Se respira frescor, huele al canto de las aves. La ría aparece como un espejo con sinuosos dibujos. Pequeñas luces blancas brillan entres las calmadas ondulaciones del agua. Las bateas recuerdan a la Historia congelada en un cuadro. Es realmente hermoso.


Ahora oscurece poco a poco. La mano de dios juega entre la niebla. Dulcemente, como una canción tarareada, acuna el mundo hasta que el firmamento cierra los ojos.

En la playa lámparas de luz vieja recuerdan al calor del hogar.

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