viernes, 29 de noviembre de 2019

Acróstico

Corazón débil, mente frágil.
Un alma que no sabe más que lamentar.
Apagadas las ganas, todo sabe a nada.
No hay consuelo que dure más que un parche.
Donde no hay voluntad, no hay felicidad.
O acaso es que hay poca oportunidad de ello.
Si no valoras el espejo no hay salvación.
Ira, llanto invisible, tormento y soledad.
En vano gritos en silencio.
Nunca vivo de verdad.
Tanta desdicha provocada por tan poco.
En un vaso tan pequeño tan brutal tormenta.
Sin esperanza por defecto.
Quien pétalos deshoja sólo suspira al vacío.
Unas promesas se tornan tan fácilmente polvo.
En cuanto hay intento, hay fracaso.
En cuanto hay amago, hay abandono.
Recuerdos que duelen más que el presente.
Eternidad condensada en un pasado perseguidor.
Sumo agotamiento, implacable tortura.
Uno mismo es el verdugo, uno mismo es el juez.
Nada hay de bueno a los ojos propios.
Amargura y desprecio son el pan de cada día.
Mentiras, obsesiones, imaginaciones y deseos.
Impotencia y huida ante los anhelos frustrados.
Enajenación ante la vergüenza.
Realidad ignorada por insoportable.
Demonios que devoran la vida que por pasar queda.
Ahora sólo resta aguantar hasta morir.

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