viernes, 21 de octubre de 2016

Poemas viejos

Sentado al borde del barranco

Me he equivocado.
Me tiré a un precipicio
que estaba vacío,
y caí, caí, caí,
sin encontrar ningún fondo.
Arrojé un montón de palabras, como piedras.
Me contestaron sus ecos,
al rebotar en las paredes.
Las escuché tristes al separarse de mí.
Tiré lágrimas.
Tiré mis lágrimas
y las escuché reír.
Eché un suspiro y me contestó un lamento.
Dejé caer una mirada
y escuché llover.
Llover allá abajo, en alguna parte,
alguna parte que nunca conseguí llegar a ver.
Luego me reí. Luego volví a llorar.
Luego quise cantar
pero me sentí morir.
Me cubrí los ojos y empecé a desmoronarme,
poco a poco, como un edificio de ladrillos viejos.
Me llegó un latido.
Se sentó junto a mí y me dio consejo,
pero yo no lo quise oír.
Huí. Me dejé caer.
Arrojé todas mis esperanzas y mis sueños,
y me arrojé yo mismo detrás de ellos,
para poderlos seguir persiguiendo,
y para que como siempre,
y como nunca,
se me escapasen entre los dedos.
Arrojé la risa. Arrojé el polvo.
Me desembaracé de la prisa
y me liberé de las ganas de vivir.
Empujé contra el abismo la sonrisa,
tiré al vacío el amor que una vez sentí.
Arrojé, uno a uno, todos los besos que te di.
Los deshojé poco a poco, de una flor marchita
que nunca fue para ti.
Y cuando, finalmente,
no me quedó nada más de mí,
me volví a arrojar yo mismo.
Y sólo sé que caí...
que caí...
que caí...


Esto lo escribí una noche que me sentía así:

Siento una gran angustia cuando pienso en qué voy a hacer mañana,
porque ese "mañana" se prolonga tanto que se hace insoportable.
Un montón de imágenes se agolpan delante de mis ojos cerrados,
confundidas en un barullo inarmónico
con el fondo de la última canción que escuché.
Una voz y unos versos se repiten tercamente en mi cabeza,
al mismo tiempo que pienso, sobre el alambre,
que no hay nada que yo sepa hacer.
La rabia me consume.
No es un verso bonito, pero es un verso de verdad.
Es un verso que dice la verdad.
Qué horrible. Qué horrible es saber la verdad.
Qué horrible es, porque no se puede evitar.


Insomnio

No poder dormir es lo peor, maldita sea.
Gasto demasiadas hojas en blanco para perder tiempo.
Mato demasiados árboles, consumo demasiado petróleo.
Este petróleo es negro.
Esta celulosa es blanca.
Estos pensamientos míos son más negros todavía,
y mi problema es precisamente que no están en blanco.

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